sábado, 3 de septiembre de 2011

Capitulo 8: Conexion


Capitulo 8
Conexión

No había podido dormir, me era imposible. Llore, me levante de la cama, me desparrame por el suelo, grite para mis adentros, me sentía asfixiada, sentía mi aire desvanecerse, tan solo quería tenderme ahí en el piso y lamentarme como siempre. Estaba asi por una causa:  Michael. El se había ido, tenía que hacer algo, no recuerdo que, siempre tiene que hacer algo y dejarme sola. Sola, yo sin el valgo menos que nada. Lo extrañaba, tenía tres días sin verlo. Tres días y ya sentía que el mundo se me venía encima. Suena enfermizo, lo se.

 El hecho de que cuando me mude aquí no me separe un momento de él, puede haber provocado que me volviera más dependiente de lo que ya era. Desde que sol salía hasta que la luna se asomara éramos inseparables. Hacíamos absolutamente todo juntos. Jugábamos hasta que nos doliera todo el cuerpo y reíamos hasta que nuestro estomago estallara. Con cada segundo que pasaba a su lado mi amor por el crecía tan drásticamente, lo amaba tanto que hasta me dolía.

Sabía perfectamente que no todo seria diversión y juegos,  solo que por un momento me olvide que su carrera musical es más importante que una patética adolescente. El tiene que salir al mundo y ser Michael Jackson, el inigualable, el que todos admiran y desean. Yo sencillamente me conformo con Michael, la persona, el ser humano maravilloso que conozco tan íntimamente.

Los últimos días había empezado a conocer a Gerard. Resulta que me encanta estar en el lago y tal parece que a el también. Habíamos hablamos mucho, algo extraño en mi, nunca logro sostener una conversación con alguien por más de cinco minutos, pero con él era diferente, no me trababa, no me sentía nerviosa. Las palabras me salían tan naturalmente. Estaba comenzando a pensar que él y yo teníamos química, demasiada.

Las cosas que sabía de él, eran pocas. No le gusta hablar mucho sobre el mismo, al contrario, siempre me pregunta por mí, por mi vida y todo eso. Aunque mi vida no tiene nada de interesante, es patética y triste pero a él parece interesarle y mucho. Es lindo sentir que una persona se interesa por lo que tienes que decir. Es lindo sentir que tienes alguien que te escucha. Entre las pocas personas que conozco puedo decir con seguridad que este chico es el que más sabe escuchar, no solo escuchar por escuchar, más bien quiero decir, entender lo que quieres decir.

…y Gerard me entiende perfectamente.
Tanto que me dan escalofríos.

Hay algo en el que llamaba tanto la atención, algo que me hacia voltearme instantáneamente para mirarlo cuando estaba cerca. No estaba segura si era solo por su físico. Aunque si, tenía que admitir que él era extremadamente hermoso, cuando estás tan cerca de él no puedes evitar quedarte mirándolo como si estuvieras hipnotizada.  Su piel de porcelana tan pálida que parece irreal, su cabello tan negro como la noche, sus mirada tan fría que parece congelarte en un instante, son una de las cosas que lo hacen hacerte delirar. Su personalidad también puede llegar a cautivarte. Tiene la apariencia de un chico misterioso, de ese que tu mama dice “Aléjate”. Pero la realidad es que no es así. Cuando sonríe veo algo de inocencia, aunque diga bastantes malas palabras. Y cuando lo miro directo a los ojos veo cierta tristeza, eso junto a dieciocho maravillosos años reflejados en ellos.

Y la mejor parte de él es que…
…¡No me trataba como una niña!

*  * *

Estaba sentada en el balcón de mi habitación. Qué lindo es decirlo, mi habitación. Tenía la perfecta visión del pleno a amanecer frente a mi ojos, el verde pasto en millones y millones de hectáreas, los lagos rebosados de agua cristalina y las flores húmedas por el roció de la madrugada se veían mágicamente. Y no era lo único mágico que estaba ocurriendo, la noche anterior había podido dormir ¡Lo había conseguido! Nada de llantos, ni de pensamientos confusos, tan solo una noche sencilla y en paz.

Levante la vista hacia el cartel tamaño gigante que estaba pegado en mi pared. Era del álbum Dangerous , el mejor, mi favorito en todo el planeta. Y Michael lo sabía, sabia cuento me fascinaba, pero en cambio cuando se lo dije me solo dio un sonrisa forzada. Sabía exactamente que estaba dolido porque su álbum no había alcanzado las expectativas que había imaginado, mucho menos en ventas. A mí me importaba un carajo el numero de ventas, el álbum era el mejor, era perfecto y punto.

- ¡Señorita ______ ¡ señorita ______! –Grito una mujer desde afuera de mi habitación,  se escuchaba bastante desesperada-

Me sobresalte enseguida y corrí hasta la puerta, le abrí y la señora me saludo con las manos. Se trataba de Mercedes, era personal del servicio de Neverland. Era una señora bastante mayor, sin embargo la vitalidad con la que andaba de aquí para allá opacaba su número de cumpleaños. Por dentro era joven y fuerte aun.
La señora Mercedes era dueña de unos ojos acaramelados, un cabello castaño crespo y una piel tostada bastante bonita.

- ¡Hola, Mercedes! ¿Paso algo? –pregunte, mientras hacia un ademan para que pasara a la habitación-

- No, no. – negó con la cabeza un par de veces- Es algo rápido. Vera usted señorita, necesito su ayuda. – me dijo con un tono de voz poco audible, mientras se entrelazaba las manos de espaldas, se la veía bastante preocupada-

- Hare lo que sea, pero dime que está pasando. Por favor. – le suplique, debo decir que yo también estaba empezando a preocuparme-

- Es que…hoy es día de visita, y como usted sabe el señor Jackson no esta aquí para atenderlos – hablaba rápidamente, se notaba su frustración- Es mi culpa, se me olvido cancelar la visita, no sé qué hacer.

- Tranquila Mercedes, ¿exactamente cuál es el problema?, ¿quién cuidara de ellos?, ¿Es eso?. – y si la respuesta era un “si”, la cosa no era tan grave, o al menos eso creía.-

- Si. Normalmente podría hacerlo pero hoy estoy muy atareada, y ninguna de mis compañeras quiere ayudarme.¿ Señorita puede usted…?.

- Si –la interrumpí- Claro que si –sonreí-

La señora Mercedes me confesó que se sentía apenada por dejarme todo el trabajo. Yo le dije que no había problema, que sería fácil. Si, mentí. Estaba segura que no sería fácil, conozco a los niños, y se como son, yo misma estaba en el grupo de visitas hace poco, por lo tanto yo entendía como les gustaba divertirse. Después de todo, supongo que muy en el fondo seguía siendo una niñita.

Baje por las escaleras a paso atropellado, llegue bastante rápido a los jardines de Neverland. Allí estaban todos ellos, los niños, y tenían caras de pocos amigos, seguramente estaban enojados, y con toda la razón. Venían a jugar con Michael Jackson y en cambio se enteraban que debían jugar con una patética adolescente de quince años que aparentaba doce.  Con todo aquello no sabía qué hacer, más que sonreír falsamente y fingir alegría.

- ¡Hola a todos! ¡Bienvenidos! ¿Quieren jugar, cierto? – les dije casi gritando, si debía animarlos, debía hacerlo bien-

En respuesta, solo recibí malas caras y bastantes ojos en blanco. Especialmente recibí a una niñita que me miraba con desprecio de arriba hacia abajo. Supongo que todos me estaban odiando, no sabía cómo atribuirlo, así que también los odie.

- ¿Y…a esta que le pasa? – espeto alguien dándome la espalda, para mi sorpresa era esa niñita odiosa. Tuve deseos de…no, no. La violencia no era la solución -

Mis mejillas comenzaban a dolerme, mi sonrisa forzada no duraría mucho más.
Me di la vuelta y comenzó a caminar de un lado para el otro, esos niños no iban a obedecerme, todo lo contrario. Sospechaba que en algún momento entraría en estado de pánico, me pregunte ¿Cómo lo hace Michael?

Me gire otra vez hacia ellos, y seguían igual. Mirándome con desprecio, y el por qué, no lo sé, que yo supiera no les había hecho nada.

Divise a lo lejos que alguien se acercaba, aunque no podía ver bien. A medida que se acerca fui detallando más, desde los zapatos. Eran zapatos negros con broches de metal a los costados, se podía tratar de cualquiera pero en mi mente ya sabía quién era. Solo una persona en todo el rancho usaría esa clase de calzado: Gerard.
No quería ponerme histérica ni nada, así que la ayuda me caía directamente en el cielo.

 Gerard camino hacia mí muy lentamente, casi sin ánimos.

- Hola, ______. –me saludo con una sutil sonrisita- Me han dicho que probablemente necesitarías ayuda. – dijo mirando para todos lados-

- Pues si, necesito, mucha. – dije, para después soltar un leve suspiro.

- ¿Con que? –Pregunto ingenuamente, sin darse cuenta que la respuesta estaba justo en sus narices-

- ¿No es obvio?. Con eso de allí –señale al puñado de niños que se juntaban en un parloteo, probablemente el tema principal era como patearme el trasero-

Gerard se giro a mirarlos, se paso la mano por la frente, y suspiro. Nuevamente me dirigió una mirada, y nuevamente me sentía inmóvil ante su presencia. A decir verdad, el se veía horrorizado, mucho mas que yo.

- ¿Qué mierda?, ¿Niños? – dijo en un hilo de voz, yo asentí con la cabeza un par de veces.- Odio a los niños. – comento asqueado-

- No son tan malos –le mentí- Vamos, acompáñame – lo tome de la brazo para acercarlo a ellos- Tal vez contigo se lleven bien. – le dije, esperanzada por que así fuera.

-  Maldición. –se quejo en el camino-

Lo lleve conmigo hacia donde estaban los pequeños, tiernos, y dulces niñitos. Gerard los miraba como si fueran una especie de enfermedad, como si ellos fueran un objeto desconocido con el que él nunca tuvo contacto. Y tal vez así era, tal vez nunca había tenido contacto con niños.

- ¿Qué hay, cara pálida? – Dijo burlonamente un chico de baja estatura refiriéndose a Gerard, los demás no aguardaron mucho para soltar carcajadas-

Gerard adquirió una expresión seria en el rostro, se giro, se acerco a mi oído y susurro suavemente:

- Son unos mocosos de mierda. – Recalco en tono cortante, al instante no pude evitar soltar una risita, en esa situación él se veía bastante gracioso-

- Solo son niños…- le guiñe el ojo tratando de tranquilizarlo un poco-

- No me agradan los niños, son unos malditos –contraataco-  En realidad, -se aclaro la garganta- no me agradan las personas.

Su respuesta si que me dejo impactada, sin embargo era lo menos que podía esperar de una persona como él. Me pregunte si yo le agradaba o no, la verdad no estaba segura. No lo conocía tan bien después de todo.

- ¿Hablas en enserio?  - pregunte aterrada probablemente esperando lo peor con su respuesta-

- Bueno, hay sus excepciones – espeto, aun sin cambiar la seriedad en su rostro-

- Ah, oh…Pues, lo siento. – fue lo único que se me ocurrió decir, aunque no tuviera sentido- Supongo que no me ayudaras con ellos, ¿cierto?

- ¿A quién engañas?, no podrás hacer nada con o sin mí. No te obedecerán, lo único que puede hacer es dejarlos hacer lo que quieran hasta que vengan por ellos. Solo eso – dijo, asegurando que tenía toda la razón por primera vez y yo lo sabia-

- ¿Qué sugieres que haga? – Pregunte, dudando un poco de su respuesta-

- Hagamos –corrigió en voz alta- Quizás podamos fumar –se burlo- ya enserio, lo que sea para pasar el tiempo –agrego- no creo que te guste vagar por ahí sola ¿verdad?

Si no me equivocaba, el me estaba sugiriendo dejar a todos esos niños hacer lo que se les viniera en ganas mientras tanto yo este por ahí, haciendo nada. Era inaceptable hacer eso después que me comprometí en atenderlos, sabía que no era correcto, sin embargo la manera en la que lo plantea este chico hace que todo tenga sentido. En  parte tiene la razón, no me van a obedecer, es igual que si este o no con ellos.

- Me da igual estar sola o no, ya me estoy acostumbrando –comente con melancolía recordando a Michael, sin mentir, sentí una punzada en mi pecho al dibujar su sonrisa en mis pensamientos- Es mejor estar sola, me parece.

- La mayor parte del tiempo estoy solo…- me dijo, dejando que la cruda verdad brotara de sus labios- Sin embargo, quiero cambiar un poco las cosas…- tambaleo con la cabeza un par de veces, yo no entendía- ______ ¿Quieres pasar el rato conmigo? –Pregunto con cierta taciturnidad en la voz-

- Creo que si –respondí recuperándome un poco de mis penas y esboce una sonrisa- Pero… ¿Y si les pasa algo? –pregunte, refiriéndome a los niños-

- Por mí que se los coma un animal – se burlo para después reírse de su propio comentario. Allí estaba de nuevo, esa risa tan ingenua. ¡Qué tierno!- Aunque, no creo que ningún animal en el planeta quiera probar tan repugnante sabor... –termino de bromear-

Ambos nos reímos por un buen rato.

- Vale, tú ganas. – Le afirme levantando el pulgar como signo de aprobación- ¿Pero, a donde vamos?

- No tengo ni puta idea – sentencio con sorna, a esas alturas comenzaba a adaptarme a su vocabulario tan peculiar-

- ¿Quieres venir a mi habitación? – pregunte ansiosa, el nunca había estado allí, suponía que le gustaría ver las cosas que ahora me pertenecían-

- No lo sé, no me gusta entrar en esa casa… - dijo en un hilo de voz- Que Demonios, ¡Vamos!

Ese cambio tan repentino fue extraño, pero estaba feliz que hubiese aceptando, tanto como para notarlo. La idea de interactuar con otra persona seguía siendo como lo más nuevo para mí. Aunque, no estaba segura de que fuéramos amigos, ni si quiera estaba segura que yo le agradara.

Caminamos despacio mientras las luces del atardecer titilaban a nuestro alrededor. Yo lo miraba de reojo, sin que se fijara. Detallaba su perfil, y su piel de porcelana la cual tenia el aspecto de no haber llevado sol en años. Sus manos iban entrelazadas en su espalda, sus uñas tenían esmalte negro. Esmalte, ni siquiera yo uso.

- ¿Recuerdas cuando te comente sobre que había excepciones? –Pregunto de la nada volteándose a verme. Sus ojos verdes se veían casi cristalinos por la luz cegadora de sol. Tanto que casi no pude notar la gran cantidad de delineador negro en su entorno-

- Si. –le respondí-

- Pues, tal vez seas una excepción. – Dijo casi en susurro, para después retomar su mirada hacia el frente-

Sonreí satisfecha por lo que acababa de escuchar, realmente sentí como si mi corazón bombeara con más fuerza, estaba feliz, no exageradamente, pero si feliz.

Exactamente no sabía qué era lo que me tenía tan fascinada en Gerard.
Tal vez era por el hecho que es completamente opuesto a Michael.
 Si, estaba conociendo a alguien tan diferente a Michael.

…Y me encantaba.

martes, 30 de agosto de 2011

Capitulo 7: Morir por ser algo más


Capitulo 7
Morir por ser algo más

No era la niña que mis padres desearon, de eso no me cabía la menor duda. A veces cuando pienso en el motivo del por que me abandonaron comienzo a sentir de la nada dolor exageradamente. Crudo y sin compasión. No podía evitar pensar en eso cada jodido día.

Hasta que apareció Él.
… Y volvió mi arco iris de colores.

Suena un poco presumido, pero yo me sentía como la chica más feliz en este triste mundo. Michael siempre me decía “Quiero estar contigo por siempre”, “Te necesito”, “Eres muy importante para mi”, “Te quiero”.

Y yo quería estar con el por siempre y para siempre.
Y yo lo necesitaba mas que al aire que respiraba.
Y el para mi era lo mas importante sobre el planeta.
Pero yo no lo quería. No.
Yo lo amaba.

* * *
Me di otra mirada en el espejo de cristal del baño. Esa era una de las escasas veces que en verdad podía decir que lucia perfecta. No era por que quisiera estar perfecta, era que debía estarlo.

Llevaba puesto un pijama bastante feo, tenia puntitos multicolores que se juntaban en una figura que ni yo misma entendía. Mi cabello estaba suelto, normalmente lo traía recogido con un broche, pero esa noche no debia catalogarse como normal. Con respecto al maquillaje, estaba pensando en comenzar a usar, es decir, yo ya estaba en suficiente edad. Podría haber usado el de Michael, tenia miles y miles de cosméticos en su cajita de noche y en el closet, pero no lo hice. Por lo menos me mantendría lejos de eso. Esa noche.


Mientras esperaba a Michael en su habitación comencé a repasar la pequeña lista de cosas que debía decir:

1°. Michael, tengo mucho frío ¿Puedes abrazarme?

2°. Oh, Mike, ¡Adoro ese guante de brillantes!. ¿Cuándo fue la primera vez que lo usaste?

3°. Enséñame una nueva canción. Por favor.

En Neverland hay sistema de control de temperatura por lo tanto nunca me da frío, y menos en la habitación de Michael.

Si, era una mentirosa.

Mentía por razones obvias: lograr un mayor acercamiento.

La historia de cuando uso por primera vez el guante ya me la sabia de memoria, solo quería mirar como se iluminaban sus bonitos ojos marrones al hablarme de ello.

Me sabía absolutamente todas sus canciones. Solo deseaba escuchar muy cerca de mí esa perfecta vocecilla.

El tiempo que había transcurrido me era desconocido. No estaba al tanto de la hora y cuantos minutos faltaban para su ansiada llegada. Escuche un leve sonido que provenía del pasillo, probablemente eran los pasos de alguien…Seguramente se trataba de el.

Respire hondo.

Efectivamente estaba en lo cierto. Mi corazón se disparo como un cohete. Siempre tuve curiosidad por saber, por que su presencia te hacia quedar muda. Yo estaba ahí, sobre la punta de su cama, el parecía tener una mezcla de emociones en su rostro, algo como felicidad-incredibilidad.

Moje mis labios, volví a armarme de valor y lo salude. Me devolvió el saludo junto con el infaltable tierno besito en la mejilla, ese que me dejaba flotando en el espacio. Me dijo que debía ponerse su pijama en el baño y que no tardaría. “No tardare” obviamente era mentira, una mentira que había escuchado millones de veces. Una vez que entra en ese baño se demora toda una eternidad. Y no estaba exagerando, era la pura verdad.

No pude evitar recordar todas las ocasiones en las que me había preguntando que hacia en dentro de ese baño, ¿había un parque de diversiones allí acaso?. Eche para atrás un mechón de mi cabello desmenuzado sintiéndome un poco ingenua al imaginar en el pasado que el se divertía halla adentro.

Precisar el día con en exactitud en el que supe el por que se tardaba tanto, era difícil.

Los demás niños dormían, yo no lograba conciliar el sueño, así que me acerque a su cama. Me senté sigilosamente a un costado. Siempre pensé que verlo dormir era un privilegio divino.

Cuando despertó, abrió los ojos como platos al divisar mi presencia, se veía horrorizado, me miraba casi como si fuese un fantasma. Se levanto apresurado sin decir nada y se encerró en el baño de un portazo. Media hora después salio . Yo estaba llorando, pensando lo peor, en que había hecho mal, como había arruinado las cosas. En si, compadeciéndome de mi misma como de costumbre. El me dijo que no soportaba verme llorar y que yo no había hecho nada malo. Le pregunte por que había entrado al baño de esa manera, el tomo aire y comenzó a explicarme. Dijo que por la mañanas su maquillaje se ha disuelto del todo por los roces con las almohadas, por tanto le resultaba “horrible” que yo lo viera en ese estado. Por dentro me reí un poco, era un poco bizarro, considerando que me parecía igualmente hermoso con o sin maquillaje. En fin, sus inseguridades son puntos que no debes tocar. Es mas sensible de lo normal en ese aspecto.

De solo imaginármelo allí, frente a ese espejo. Sintiéndose imperfecto, sintiéndose infeliz consigo mismo, ocultándose detrás de grandes cantidades de maquillaje, yo me siento tan impotente. ¿Por qué un ser tan perfecto no pude aceptarse? No tengo idea. Pero lo que si se, es es que el es hermoso no importa lo que los demas digan.

Supongo que el hecho de que amar a tantas personas en el mundo han producido que se olvide de amarse a si mismo.

- Ya esta. –aviso dese la puerta de el baño- ¿Te gusta mi pijama? –pregunto asintiendo con la cabeza, mirándome muy directamente a los ojos. En sus ojos marrones, me sentía perdida-

Un pijama realmente bonito, color azul rey, sin dibujos animados, era sencillo.

- Pues si. –Conteste con una leve sonrisa en mi rostro-

Y de ese modo se le dio inicio a la noche maravillosa que tanto espere.

Comenzamos viendo un par de películas de la mujer de ojos violetas, mas conocida como Elizabeth Taylor.

Cuando tuve tiempo dije las cosas que debía decir de la lista, lastimosamente no logre el mayor acercamiento que estaba deseando, Dios no estaba de mi lado en esos momentos. Al contrario estaba en mi contra, me estaba comportando mas torpe de lo normal.

No, no era culpa de Dios.
Joder, eran mis hormonas.

Mis malditas hormonas me estaban jugando sucio. Sentía punzadas en el estomago cuando observaba disimuladamente el pecho desnudo de Michael a causa de que dos de su botones se habían soltado, en realidad observaba todo su cuerpo. Delgado, tonificado, perfecto en todos los ángulos y el mas deseado, o por lo menos para mi.

Mierda. Estaba incumpliendo uno de los mandamientos sagrados: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

El padre un día me dijo que el sexo era un tema prohibido para alguien de mi edad ¿Entonces por que sentía de repente tanta curiosidad?. Que recordara nunca había sentido deseos carnales por alguien.

Pasamos el resto de la noche conversando como dos hermanos que no se han visto en años. Nos pusimos al día sobre las vidas del otro instantáneamente. Le comente lo feliz que estaba por vivir ahora en Neverland, el me atribuyo con una sonrisa y me dijo que se sentía igual.

- No hay mayor felicidad para mi que la de poder tener a mi chica conmigo – dijo Michael, con la mirada oscura fija en la mía. Sentía escalofríos.

- ¿Tu chica? –Pregunte ilusionada. Se escuchaba tan bien “Mi chica”.-

- Mi chica – recalco, para después dedicarme una tierna sonrisa- Mi pequeña. – pequeña, lo que nunca dejaría de ser para el.-

Fue inmensa mi alegría cuando dijo que dormiríamos juntos en la cama, aunque ya lo tenía sospechado estaba que no me lo creía. Sin embargo me comento que no debía decir nada de aquello por que las demás personas lo podían ver como inapropiado. Inapropiado, que tontería.

Nos acostamos uno cerca de el otro, podía sentir su respiración cerca de la mía, observaba sus parpados perfectamente maquillados, su rizos que descendían en todo su rostro, su cuerpo tan perfecto, todo su ser, frente de mi, tan cerca. Era tanta emoción que podía haber muerto feliz en ese momento.

Ya estaba dormido, me preguntaba en que estaría soñando…. Tiempo después deje de preguntarme algo en vano, cerré los ojos, y me dormí.

…Y desperté.
Desperté al sentir a mis espaldas un roce.
Poco a poco, era más que eso.

Me atrajo de espaldas hacia el, me voltee para ver que pasaba. Michael seguía con los ojos cerrados, estaba dormido. Una vez estando frente a el, me fije que una leve sonrisita empezaba a formarse en su rostro, esa vez no era esa típica sonrisa dulce que te brindaba a diario, era más como una clase de sonrisa perversa. Me tomo con sus dos manos apretándome contra él. No sabía que pasaba, pero tampoco me resiste mucho a la situación, estaba en el cielo.

Sus manos descendían por mi espalda causándome escalofríos por el contacto, me abrazaba con fuerza, como si fuera la última vez. Yo hundí mis rostro en su cuello invadido por sus bonitos rizos. Lo que altero mis sentidos fue cuando paso su mano por mi pierna derecha, la acaricio con la yema de los dedos, con delicadeza. Me tocaba, me rozaba. Juro por Dios que sentí electricidad.

Nos encontrábamos cuerpo contra cuerpo. No había distancia alguna entre nosotros, nunca había pensando que íbamos a estar así. Comenzaba a sospechar que el estaba teniendo un sueño bastante especial. Me reí en voz baja y lo abrase aferrando mas a el como si la vida misma se me fuese en ello.

“¿Por qué soy tan afortunada? Siento que me en cualquier momento el corazón me va a explotar. Es como si mi fantasía mas salvaje se estuviera haciendo realidad. Bueno, vale, tampoco llegaran las cosas tan lejos, pero algo es algo ¿No?”

- Te amo –susurre en vano. Sabía que no me escuchaba. –

domingo, 28 de agosto de 2011

Capitulo 6: Gerard

Capitulo 6
Gerard


Para mi las ultimas palabras que me había dicho Michael antes de partir del internado fueron bastante duras por la razón que había dado justo en el punto exacto. El punto exacto para bajar de mi nube y volver de vuelta a la realidad. Y más, sabiendo yo, que tenia toda la razón. El seria como mi padre, me adopto legalmente con todo ese papeleo. Viviría con el… ¿Qué niño no desearía tener un padre como Michael? Seria el sueño de cualquier huérfano en el mundo sin duda, cualquier huérfano en el mundo menos yo. Por que yo sentía algo más por el, algo que sobrepasaba la amistad, la hermandad, algo que sobrepasaba el amor de una hija hacia un padre. Yo estaba enamorada de el, completa e irremediablemente enamorada.

Nos encontrábamos dentro del rancho, respire el aire puro de ese maravilloso lugar. Tome un gran respiro y coloque mi única maleta llena de ropa en el piso. A pesar de que le suplique, pendiéndole que no se molestara en llamar a alguien mas para llevar mi desecha maleta al segundo piso. Quería hacerlo yo, tampoco era tan débil. Era difícil persuadirlo, termine aceptando. Me dijo que esperara en la sala, que llamaría a alguien para que llevara mi maleta. Tome asiento en un mueble enorme, platinado y con bonitas piedras de colores. No me cansaba de detallar la casa, era simplemente irreal. Divise otro cuadro de la mujer de ojos violetas, esta vez llevaba puesto un vestido blanco con pequeños detalles a un costado y diamantes entallados sobre el torso. Tenia pendientes hermosos, eran como bolitas de cristal que irradiaban y un collar de perlas blancas. Su cabello espeso se acomodaba en un moño digno de la misma realeza.

Pare de mirar el cuadro al escuchar unos pasos lentos y pesados acercarse, el sonido que producían sus zapatos me dejaron en claro que no era Michael.

Y tenia razón, no era el. Era un joven al que nunca había visto.


Lo analice de arriba hasta abajo. Sin razón el corazón me empezó a latir con mas fuerza, trate de dejar de mirarle, no quería que se diera cuenta que yo estaba atontada viéndolo como un pedazo de carne pero no pude, tenia o un no se que, que me hacia no poder dejar de mirarlo. Tal vez era su físico, tenia el cabello negro, un poco corto y con flequillo en la frente, ojos verdes que resaltaban bastante por su pálido tono de piel. Llevaba puesta una camisa negra con una chaqueta de cuero negra también, pantalones apretados, negros y botas negras también. Era como una especie de rockero o un gótico. Fuese como fuese, se veía fascinante. Lo encontraba encantador.

Cruzamos la mirada por menos de un segundo pues yo la parte de inmediato. Cuando subí nuevamente la mirada el chico ya se había ido. Por un momento creí que lo que había visto no había sido mas que un ser creado por mi imaginación o mejor dicho por mis hormonas.

* * *

Me mostró mi habitación, era simplemente perfecta. Las paredes estaban pintadas de un ligero color violeta, tenía detalles pintados a mano de personajes de Disney, no todos, solo mis favoritos. La cama se acomodaba a un lado de una ventana inmensa, era perfecto para ver las estrellas desde la cama. La decoración era tan hermosa, era casi como la habitación de una princesa. Me encanto.

- El diseño lo he hecho yo, cada detalle fue pensando especialmente para ti. Nunca te lo mostré por que quería que fuera una sorpresa. – comento con orgullo y emoción en sus ojos-

- Estoy que no me lo creo, Mike, ¿realmente dormiré aquí? – le pregunte en las nubes-

- Si, aunque esta noche no lo harás…- se acerco mas, me guiño el ojo y apretó una de mis mejillas. Me sentí como una bebe, que patético.-

- ¿Cómo? – no acababa de entenderlo muy bien que digamos-

- Esta noche pasaremos la noche juntos, quiero tenerte para mi – sonrío ampliamente dejando a la vista sus perfectos dientes perlados-

Estaba alucinando ¿o que?. Realmente había dicho lo que había dicho. Rayos, vaya que era afortunada, estaba que no podía con la emoción, sin duda alguna ese seria el día mas feliz de mi vida entera. Pasaría la noche con el, podría verle dormir, podría escuchar sus quejidos hermosos al dormir, su respiración, su esencia tan junta a la mía. Pensar en eso me hizo ponerme un poco nerviosa. Es decir, ya había dormido con el más de una vez, pero nunca a solas, siempre habían mas niños.

Suspire.

- Bien – lo dijo por decir algo en el momento-

- Ahora debo dejarte por unas horas, ha surgido un imprevisto. Tu puedes ir a donde quieras, ya conoces Neverland. Recuerda que las empleadas pueden prepararte algo de comer si quieres, o….- le interrumpí-

- Ve tranquilo. Estaré bien – lo hice calmar brindándole un amigable apretón de manos, aunque parecía como si acabase de sellar un trato de negocios en vez de parecer reconfortante-

Beso mi mejilla, me dijo adiós con las manos y se marcho a paso atropellado.

Contemple por milésima vez aquella habitación completamente sobresaltada por tantos detalles bonitos.

* * *

Transcurrida una hora completa empecé a sentirme medio asfixiada, decidí salir a tomar aire. Para ser mas especifica iría al lago artificial que tanto me gustaba. Corrí arrebatada hasta afuera como alma que lleva el diablo, como un cohete disparado. Tome asiento en una de las piedras enormes que se ajustaban perfectamente como unos cómodos sofás. Sonreí mientras miraba el paisaje, nunca dejaba de sorprenderme la gran belleza de los alrededores de Neverland. Minutos después sentir unos golpecitos delicados en mi espalda, instantáneamente pegue un brinco y me voltee.

¡Era el chico gotico! ¡Estaba justo frente de mi!
Ahora, ya podía dejar de culpar a mis hormonas de crear muchachos guapos.

El estaba agachado mirándome con curiosidad y recelo en sus ojos, en sus bonitos ojos verdes.

- ….Hola – me saludo con una pequeña sonrisita en los dientes. Se veía tan tierno-

- Ah…- estaba medio desconcertada, medio tonta como cuando me pongo nerviosa- ¡Hola! – salude con entusiasmo-

- ¿Eres amiga de el señor Jackson? – Pregunto mientras se acomodaba a mi lado-

Señor Jackson que manera mas formal de llamar a Mike, pensé.

- Eh, si ¿y tu?.

- Soy el hijo de una de sus empleadas de limpieza – comento concentrado, mirando hacia los miles y miles de kilómetros de grama- Supongo que también somos amigos.

No había prestado mucha atención que lo que decía. Estaba mas concentrada en detallarlo mejor: Su cabello tan negro como la noche y como toda su vestimenta, se veía lacio en todo los ángulos que lo miraras, tenia la puntas muy levemente levantadas.

Estoy segura de que el quería parecer un tipo rudo pero con esa cara de ángel que tenia esa idea no tenia sentido.

- Ah, ya. – realmente quería hablar decir algo que sonara interesante pero no sabia que-

- ¿En donde vives? –Pregunto esta vez mirándome de frente, sentí un extraño cosquilleo dentro de mi al observar tan de cerca sus ojos, que a pesar de tener tan bonito color su mirada era tan dura y tan fría, creí congelarme-

- Ahora creo que viviré aquí – el pareció medio extrañado, como si no entendiese nada. Me arme de valor y continúe hablando para darle sentido a las cosas- Soy huérfana. Conocí a Mike desde hace mucho tiempo pues siempre nos invitaba a venir aquí. Desde hoy es el dueño de mi custodia.

- ¿Te adopto? –parecía mas interesado en lo que tenia que decir que antes-

- Si, el es muy bueno.

- Dímelo a mi. El señor Jackson a permitido que mi mama y yo nos quedemos aquí cuando sucedió, ha sido tan generoso con nosotros… – esta vez note cierta tristeza en su voz y en su mirar-

- ¿Cuándo sucedió que? – pregunte intrigada, luego me retracte para mis adentros, no quería parecer muy metiche-

- Lo notaste –gesticulo con los labios- Veras, mi padre falleció y lo perdimos todo….- note que había tocado un terreno bastante sensible así que me sentí un poco mal-

- Lo siento mucho. – sabia lo que se sentía haber perdido a un ser querido así que podía entender su dolor-

- No importa – recalco-…. Entonces tu ahora vives aquí y yo también, supongo que seremos amigos….-analizo por unos segundos- ¿tu nombre?

- Me llamo ______, y si espero que seamos buenos amigos – el me estaba cayendo realmente bien, era bastante agradable-

- _______ -repitió mi nombre poniéndose de pie- Nos veremos luego…- me dedico una sonrisa amplia, y sello su despedida haciendo el símbolo de paz con los dedos-

- Espera…¿Cómo te llamas? –alcance a decir-

- Gerard.

Gerard, Gerard, Gerard. repetí inconcientemente sin dejar de observarlo mientras se marchaba.

Capitulo 5: Seras mi papa. Y yo sere tu hija

Capitulo 5
Serás mi papa
Y yo seré tu hija


Desde mi cuarto podía escuchar los gritos de la directora, insultaba a todo el personal por dejar que yo conservara un teléfono celular. Pero la razón en si de su enojo, no era esa. Estaba enojada por que Michael había venido y quería hablar conmigo. Ella no lo dejo, seguro sospechaba que si yo hablaba con el, le contaría lo que me había hecho. Oí claramente cuando la directora dijo “Hoy no es día de visita”, normalmente es muy amable con Michael, claro antes lo era por el puro interés de que haga donaciones al orfanato. Más, ahora, sin embargo no podía ponerse ella en peligro.

Sabía que había hecho mal en llamarlo, pero en el momento estaba más que desesperada. Lo había necesitado conmigo y no me importo lo que eso significaba. Me comporte como toda una egoísta.

Tenia bien claro, que después que Michael se fuera del orfanato, vencido por que no le permitieran hablar conmigo, yo seria historia. Me arrancaría la piel, la cabeza y me romperían la boca a golpes. Yo misma me lo había buscado el castigo que me darían.

Apreté los dientes, y me encogí de hombros. Cerré los ojos y maldije para mis adentros. Si, últimamente se me había hecho costumbre maldecir, pero es que con todo aquello ¿Quién no lo haría?. Abrí los ojos tanto como pude, al escuchar a Michael gritando.

“¿Michael gritando? Nunca lo había escuchado gritar. Se escucha enojado, algo grave pasa. El nunca se enoja. Me importa una mierda si me ordenaron quedarme en esta habitación. Iré a dirección y hablare con Michael, así tenga que pagar el precio mas alto al final del día”

Me arme de valor, y fui hasta la dirección. Toque varias veces la puerta, una parte de mi sentía miedo, pero la otra parte no tenia tanto miedo y solo ansiaba verle otra vez. Tome aire por ultima vez y me plante a esperar.

- ¿Que haces tú aquí?, te dije que te quedaras encerrada espeto la directora enojada-

- Ya, ¿y? –le dije con sorna, ella abrió los ojos como platos asombrada. Y con razón, nunca le había hablado de esa manera.- Quiero hablar con el.

- ¿De que hablas, niña? – frunció el seño haciéndose la boba-

- Ya se que esta ahí, déjeme pasar – eso ultimo se lo dije mas como una orden que como un permiso-

Ella no movió ni un dedo, estaba dispuesta a no dejarme pasar. Toda la rabia que sentía contra esa mujer afloro y me dio el pequeño impulso que necesitaba para hacerle frente. La empuje con todas mis fuerzas, la señora quedo prácticamente tendida en el piso. Sonreí satisfactoriamente y me apresure a entrar.

Y allí estaba el, de espaldas hacia mi. Mirando fijamente através del ventanal preguntándose quien sabe que. A pesar que divise su enojo, esa aura de paz no se desvanecía, permanecía impotente a su alrededor, calida, y tranquilizante. Llevaba una camisa roja con parches militares dorados en cada hombro, pantalones aterciopelados color negro, sus infaltables mocasines negros, y el cabello medio alisado.

Suspire contenta, y corrí hacia el a toda velocidad. El me escucho venir y se volteo hacia mi. Extendí mis brazos y el los suyos, juntándonos así para crear el abrazo perfecto. El olor de su cabello me embargaba completa. Sus delicados dedo masajeaban mi espalda, sus perfectos labios carnoso besaron mi mejilla repetidas veces, tantas que hasta quede toda roja.

- ¡Mi pequeña! – me dedico una calida sonrisa que me hizo sentir a salvo de nuevo ¡Se veía tan tierno!-

- Mike, estoy tan feliz de que estés aquí – le sonreí, y tome una de sus manos- Yo…-iba a decirle que lo extrañaba, pero luego me di cuenta que no habían pasado tantos días sin verlo, aun asi, lo había extrañado tanto. Estar a su lado era como mi necesidad mas grande- Yo te…

- Te extrañe mucho, pequeña – me susurro al oído- Demasiado.

Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Era extraño el poder que ejercía en mi tan solo un pequeño acercamiento.

- Vale, ¡que cosa tan romántica! – exclamo la directora una vez que se recupero de la caída que había sufrido, mas bien, el empujón que había sufrido- Ahora, ya basta de toda esta charada. Señor Michael, sabe usted que es bienvenido al orfanato, pero como dije no es día de visita.

- Permítame corregirle, no vengo aquí de visita. Vengo a llevarme a ______. – estaba serio, y decidido. Yo no cabía de tanta alegría. Mi corazón se acelero- Sabe usted, que yo le había comentado que tenia planeado adoptarla, pero usted dijo que debía esperar…. Pues bueno, he esperado lo suficiente.

- Estoy mas que harta de su insistencia, ¿sabe por que no le concebí la custodia antes?, por que sabía que si usted se llevaba a ______, dejaría el orfanato abandonado, ya no tendría razones para colaborar.- Maldita directora, nunca me había dicho eso. Todo por el interés. Siempre cuidándose las espaldas, me daba asco.-

- No se de que habla. No podría abandonar a todos estos niños. Nunca lo haría, nunca dejaría de colaborar.

- Vale, es suficiente con tanta mentira. Yo se muy bien que cuando viene aquí es con intención de ver a esta –me dirigió una mirada cortante- a esta…maldita mocosa de mierda – por fin, había dejado salir todo su veneno- ¿sabe que? Mejor así, llévesela….No quiero verla otra vez. Sinceramente no se que es lo que lo tiene tan fascinado, es una buena para nada.

- ¿Como puede…?– estaba atónito, lo sabía por si mirada. No era para menos, la señora esa siempre había sido falsa ante su presencia. Finalmente mostraba quien era realmente y eso a Michael no le gusto- Si, claro que me la llevo. No permitiría que pasara un minuto más en este lugar.

Michael y la directora estaban discutiendo acerca de mi custodia entre un papeleo que yo no entendía, ni quería entender.

No cabía la felicidad dentro de mi. Estaba segura que ese era el día más feliz de toda mi vida.
¿Realmente eso estaba pasado? ¿Era demasiado bueno para ser verdad? ¿Michael estaba ahí conmigo? Solo necesitaba que alguien me pellizcara y me dijera que no estaba soñado.

- Listo –espeto Michael y se volvió hacia mí. Produciéndome con sus bonitos ojos marrones un delicado escalofrío en el cuello. Esos ojos, me afirmaba que si, efectivamente todo era real. Nada de sueños y fantasías. Lo estaba viviendo.

Entrelazo su mano con la mía, el contacto de su piel con la mía producía verdadera electricidad, o al menos así lo sentía. Aun no lo podía creer, vivirá el resto de vida con Michael. Cada mañana admiraría su sonrisa. Escucharía su voz todos los días. Estaría tan cerca de el… Pensé en la posibilidad que con el tiempo el también se enamoraría de mi, no sabia por que, no había descartando esa posibilidad. Todavía tenia esperaza…

- Esto es genial pequeña. ¡Serás como mi hija! –exclamo ansioso mirándome de reojo-

Y de repente toda la esperanza se fue hasta el suelo.

Capitulo 4: Te necesito


Capitulo 4
Te necesito


- ¿Sabes tu de quien estoy enamorada?. –le pregunte apenada, desviando mi mirada hacia el sucio suelo-

- Pues, me hago una idea. –me contesto con un tono malicioso y una sonrisa entre dientes que me ponía nerviosa-

¿Cómo podía saberlo? Ella nunca visita el Rancho por que le la idea le resultaba sumamente aburrida. A menos que… Lucy sea una bruja, o una adivina.
Creo que la primera opción es la mas probable

- ¿Quién? ¿de quien piensas tu que estoy enamorada? ¿y como puedes saberlo?. Dime, por favor –le suplique, mientras hacia un puchero y me arrodillaba ante ella-

Estaba más que desesperada.
Eso era obvio

- Bueno, si mis instintos no me engañan, tu te emocionas mucho cuando visitan la residencia de ese cantante-me miro directo a los ojos, ella sabia que estaba en lo cierto- Te emocionas demasiado diría yo –recalco-

Maldición.
Ella lo sabía. Se suponía que ese seria mi secreto y ahora Lucy, quien no me agrada mucho debo decir, lo sabia. Aun así, no podía dar mi brazo a torcer, siempre podía mentir aunque estuviera mal, como nos decía el Padre.

- ¿Qué sugieres con eso? –le pregunte haciéndome la boba- ¿Mm?- alce una de mis cejas de la manera mas intimidante posible-


-Pues, lo obvio _____, estas enamorada de…-hizo silencio por unos segundos pero para mi fue una eternidad terrible- De uno de los niños que van de visita… Seguro van de otros orfanatos ¿Cierto?

Sonreí de oreja a oreja. Dios me había sacado de una bastante grande.
Me acerque mas a Lucy, y le susurre en el oído “Ese, será nuestro secreto ¿Vale?”

- Vale _____, pero me debes un favor –se apresuro a decir señalándome con el dedo índice como si yo fuera una criminal- O si no…

- O si no ¿Qué?

- Le digo a la Madre superiora que estas enamorada de un niño, y que piensas ser su novia –prácticamente la fulmine con la mirada- sabes muy bien que eso no le gustara nada –se burlo- te castigaría.

- Lo se. –baje la mirada, mientras jugaba con mis dedos- Te debo un favor Lucy, pero recuerda cerrar tu gran bocota ¿bien?

- Bien –sonrío ampliamente dejando a la vista, sus hermosos dientes perlados-

Después de un largo rato mis compañeras llegaron a la habitación, eso quería decir que la cena había culminado, nos cepillamos los dientes y nos pusimos nuestro pijamas. A las 8:30 pm ya estábamos en cama, esa era la hora de dormir. Aunque yo siempre fingía que dormía para que no me reprendieran. Cuando ya todas estaban dormidas fui hasta la ventana para contar estrellas, como lo hacia con Michael en el balcón de su habitación.

Tal vez el ese momento también las contaba, tal vez también pensaba en mi con una sonrisa en el rostro. Pero no podía pensar “ Tal vez el también este enamorado de mi” por que seria una gran mentira. Una mentira patética e imposible de hacerse realidad.

Pensé en llamar a Michael con el celular que me regalo, lo tenia bien escondido por que estaban prohibidos. Sin embargo, el me dijo con claridad “Úsalo cuando halla alguna emergencia”
¿Morir de ganas por escuchar tu voz es una emergencia, Michael?
A mi me parece que si.

Fui de puntillas hasta mi cama, debajo de ella estaba mi mochila, la traje conmigo con sumo cuidado. La abrí, y ahí estaba, el celular que me había regalado Michael. No podía llamarlo desde ese lugar así que salí de la habitación, pase por el pasillo con pasos lentos y llegue hasta el baño principal, el que usa la directora exclusivamente. Nadie sabría que yo estaba ahí, no había posibilidad, era demasiado tarde.

Saque el celular, busque en los contactos, bueno, Michael era mi único contacto. Vacile por un segundo, no sabia que iba a decirle, sin embargo, algo me empujo a que mi dedo presionara llamar. Estaba nerviosa.

No me contestaba. Tal vez estaba dormido.

Mierda.

Escuche un ruido desde afuera, eran pasos, pasos que cada vez se escuchaban mas claramente. ¿Quién estaba despierto a esa hora? No…no podía ser. ¿Era la despiadada directora?, ¿venia ella al baño?

Mierda. Mierda. Mierda

Escondí la mochila en la ventanilla. Me metí dentro de la bañera, por primera vez, ser tan pequeña me había servido de algo, me encogí tanto como pude y tape mi boca con mi mano para evitar que se escuchara mi respiración.

Escuche como se abrio la puerta. Trague saliva, estaba muy asustada. Estaba tan asustada de que me descubriera, si ella se daba cuenta que yo estaba despierta a esas horas, y para colmo metida en su baño, me mataría. Y era enserio, esa señora ya me ha pegado antes, me había dejado tantos moretones que no podía contarlos con los dedos de mis manos.

La directora abrió la llave del lavabo, escuche el sonido de el cepillo de dientes cuando cayo al suelo, resé para que no se acercada hasta la bañera “Dios, si me sacas de esta, te prometo que hago todas mis tareas sin quejarme”

- Están limpios –dijo en medio de un bostezo- ahora a dormir –esas palabras me alegraron el alma-

Escuche cuando abrió la puerta. Me sonreí pero sin querer estornude, tape mi boca con más fuerza.
¡Puta madre!

- ¿Hay alguien ahí? –escuche su voz hacerse mas audible, la anciana se estaba acercando-

Estaba perdida, justo al frente de la boca del lobo

- ¿¡______, ______!? – Mierda, me había descubierto- ¿Qué carajos haces tú despierta y en mi baño? –me grito, mientras me sacaba de la bañera por el brazo, me estaba lastimando, pero no me podía quejar-

- Señora, yo… es que no podía dormir, y tenia ganas de ir al baño, y..y el baño de nuestra habitación estaba cerrado y..y –tartamudeaba como una reverenda tonta, los nervios no me dejaban pensar bien-


- ¿Sabes lo que esto significa, ______? –me dijo con un tono que no inspiraba la minima confianza- Significa que te mereces un castigo ejemplar, ¿sabes? Si dejo que este suceso pase desapercibido todas lo harán.

Fue horrible, dolorosamente doloroso. Mi cuerpo se convirtió en una fibra sin fuerzas y sin vida. Tenía moretones en la cara, en mis brazos y en mis piernas. Llore, llore, y llore hasta que mis glándulas lacrimales no daban para más. Lo único que quería hacer era salir corriendo e irme al lugar mas alejado de ese orfanato de mierda. Maldito orfanato. Maldita directora.

Y allí me encontraba tirada en el piso del baño, sin ganas de levantarme, no tenia fuerzas, ni motivación. En ese entonces pensé en la única cosa que me hacia feliz en esta vida, en la única cosa que me hace sonreír con tan solo escuchar su nombre: Michael.
Busque mi mochila, tome el celular y reze, reze por que Michael contestara. Necesitaba escuchar esa voz…

- ¿Hola? Eh, ¿_____? –me contesto, Dios habia escuchado al fin mis oraciones. Volvía a escuchar esa voz que me llevaba tranquilidad en la desesperación-

- Mike –dije en un hilo de voz que se quedo perdido, habia perdido fuerza hasta en mi garganta, tantos gritos en vano- ¿Co..como estas? –fingí que no pasaba nada-

- ______ ¿Estas bien?, te escucho rara. No me asustes…

-Estoy mal, sácame de aquí. Te necesito.

Capitulo 3: ¿Enamorada?

Capitulo 3
¿Enamorada?



Tu amor es mágico, así es como me siento
Pero no tengo palabras para explicarlo
Me abandonó la elegancia para expresar esta pasión
Pero existen mundos y mundos de formas de explicarlo
De decirte cómo me siento
Pero me quedo sin habla, sin habla
Así es como me haces sentir


Miles y miles de lucecitas parpadeaban en el negro cielo, eran las estrellas. Esta noche parecían brillar más de lo común. Inconcientemente sonreí contemplando el panorama desde el balcón. Mientras la brisa fría acariciaba mi rostro imagine a Michael estando conmigo.

“Michael me abrazaba fuerte, me decía que me quería y que no podía vivir sin mi. Decía que me necesitaba que yo lo era todo para el. Su universo entero era yo. Beso mi mejilla derecha y susurro un “te quiero”, hizo lo mismo con mi mejilla izquierda, pero esta vez su aterciopeladas manos se dirigieron hasta mi cuello, lo acariciaba con suavidad….Se detuvo para quedar así, frente de mi. Cara a cara. Me miraba diferente, estaba serio, sin embargo su sonrisa aguardaba el momento perfecto para salir a la luz. Le pregunte que sucedía, el me hizo callar con un dedo sobre mis labios, ahí se detuvo en mis labios…Sus dedos delineaban mis labios, continuaba mirando de esa forma que me ponía nerviosa, esa mirada era tan intensa que no pude sostenérsela, tuve que apartar mis ojos de los suyos. Michael llevo sus manos hasta mi rostro e hizo que le mirara, así, poco a poco fue acercando mi rostro al suyo, se inclino un poco para quedar a mi altura. Allí estábamos a menos de centímetro, sentía su respiración y el latir de su corazón. Yo estaba desconcentrada, nerviosa…Temblaba sin control.

Me empujo mas hacia el. Todo mi cuerpo tembló, mis emociones se habían vuelto locas, el palpitar de mi corazón ya no era normal. Aun mejor que tocar el mismo cielo había sido tocar sus labios. Sus labios suaves, carnosos y delicados sobre los míos. Dibujo en mí el beso perfecto. Mi primer beso de amor.”

Esa clase de fantasías se hacían constantes, era insoportable. Pensar en algo que no se debe pensar es horrible. No entendía por que soñaba despierta con Michael de esa manera. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

- Dios….tiene que haber una explicación –pronuncie en voz alta, frustrada- Debo estar enferma.

Enferma. Si, eso es. Él hizo que me enfermara por el.
¿Mi vida puede reducirse a una sola persona?
Comienzo a sospechar que si.
Lo necesito como el aire que respiro.

Entre en su mundo y ahora no puedo salir. Estoy atrapada en su País de Nunca Jamás. Él es Peter Pan, y yo solo soy una niña perdida. Entre en su mundo de en sueños, un mundo de fantasía en donde las hadas existen. Donde el carrusel funciona sin electricidad y los piratas aguardan ansiosos por el banquete. Aventuras y sueños…. De eso se trata. En Neverland la magia existe. En Neverland soy capaz de creer historias irreales. Por que en Neverland todo es posible.

Cuando estoy con Él, siento que nada mas importa. Cuando estoy con Él olvido todo lo malo que me ha pasado. Eso sin embargo lo sentí desde el principio, desde el primer Día que viste en Rancho. Ahora todo es confuso y extraño…

Me pongo nerviosa si se acerca demasiado, imagino cosas sin sentido, cosas que no debería imaginar. Imagino que el me regala mi primer beso una y otra, y otra vez. Mi corazón se alegra cuando lo ve reír. Soy feliz cuando juego con el. Soy la más feliz de este mundo cuando me dice que me quiere.

Entonces, sigo preguntándome ¿Por qué ahora tengo deseos extraños? Pensamientos raros, sueños raros. Y todos contigo. Michael….

- _____ no bajaste a cenar ¿Qué ha pasado? –era la voz de Lucy martillando sobre mi odio-
- No tengo apetito. –conteste-
- ¿No quieres que te traiga alguna cosa? –me pregunto mientras pasaba su mano por mi frente, tal vez verificaba que no estuviera enferma-
- No quiero nada. –dije cortante-

Lucy me miro con sus bonitos ojos verdes, un poco desconcertada por mi respuesta, y aun más, por la forma en que lo se lo había dicho.

- Vale, no te enojes. Mejor, cuéntame que cosa aqueja tu cabecita –al decir esto, se puso cómoda, dejando caer todo su cuerpo sobre mi cama-

Lucy tenía 18 años de edad. Era como la jefa de la habitación, como nuestra mama. Tenia el cabello corto y castaño claro, sedoso y brillante, con un olor a menta exquisito. Sus ojos verdes y profundos, enmarcados con espesas pestañas postizas y bastante delineador negro. Solía usar bastante maquillaje, aunque no lo necesitase. Pues era una chica bastante bonita.

- ¿Alguna vez ha estado enamorada? –me atreví a preguntar un poco dudosa-

- Si, he estado enamorada. –dice ella con tristeza en su mirada-


- ¿Cómo se siente? -pregunte-

- No tengo que decírtelo. Tu ya lo sabes…. –me sonrío burlonamente, mientras apretaba una de mis mejillas.-


- Tonterias… - me puse nerviosa- ¿Por qué dices eso?

- Te conozco desde que era una niñita. Tu mirada es diferente _____, en tus ojos se puede ver que estas enamorada.

- ¡Imaginas cosas! – exclame volteándome para no mirarla a los ojos-

- Dime que no piensas cada simple segundo en esa persona, dime que no pierdes el sueño por su causa, dime que no sonríes cada vez que alguien habla de el, o lo menciona, dime que no te pones nerviosa cuando esta cerca, dime que no sientes mariposas en el estomago, dime que no odias cada minuto que estas alejada de el. Si puedes decir que no te ha pasado nada de eso, esta bien, te creeré, no estas enamorada. Pero déjame decirte algo antes de irme…. Estar enamora es lo mas hermoso de este mundo, es la única cosa que puede sacarte de la oscuridad, la única cosa que puede aliviar todo el dolor. Cuando toda tu existencia se reduce a una persona, las cosas dejaran de tener sentido, tal vez sientas que tu aire se extingue, tu pulso se acelerara mas….Es lo mas bonito que puedes sentir, no puedes reprimirlo.

- Te dejo, así aclaras tus pensamientos – beso mi frente para despedirse y se fue-

Quede estupefacta, todo lo que había mencionado yo ya lo había sentido.

Pienso cada simple segundo en Él.
Pierdo el sueño por su causa.
Sonrío cuando oigo su nombre.
Me pongo nervioso cuando se me acerca.
Siento…mariposas en el estomago.
Odio cuando estoy separada de el.

¿Realmente estaba yo enamorada? Lucy tenía razón. Si, estaba completamente enamorada de Michael. Pero ¿Cómo puedo sentir esto? ¿Por qué con el? El es mi amigo, mi mejor amigo, y además de eso estamos en orbitas diferentes. Él es una estrella, la estrella mas brillante del espectáculo: Michael Jackson. Y yo solo soy una niña boba, pobre e insignificante. Sin mencionar que es mucho mayor que yo. Demonios, ¿Qué no hay una especie de regla que prohíba enamorarse de quien uno no debe? Una ley o algo…

El corazón tiene razones que la razón no comprende.
El amor no es más que el olvido de la razón.
Ahora lo sabía.

No quiero estar enamorada. No quiero sentir…. No quiero. Por que se que en algún momento me volveré loca. Lucy dijo: “Es lo mas bonito que puedes sentir, no puedes reprimirlo” pero eso es exactamente lo que debo hacer reprimirlo, tal vez no pueda dejar de sentirlo por mucho que lo intente pero puedo tratar de ignorarlo, es la única forma.


"Ahora mismo, solo quiero desaparecer del planeta tierra
Alguien podría darle mejor utilidad al oxigeno que respiro"

Capitulo 2: De vuelta a la realidad

Capitulo 2
De vuelta a la realidad


Me mordí la lengua tan fuerte como pude
Esa vez había alcanzado el nivel mas elevado de estupidez
Desee que a tierra se abriera y me tragara.

Michael continuaba mirándome con esa sonrisa que lo caracterizaba, parecía como si no me hubiese escuchado decir nada, y eso era maravilloso, magnifico. Demasiado bueno para ser verdad.

- No tenias que pedirlo.- y con esas palabras hizo callar cada pensamiento de mi mente.-

En ese momento casi no pude creer lo que me había dicho. No podía creer como me miraba, sus ojos marrones poseían un brillo cristalino casi irreal, fuera de este mundo. Su rostro se acercaba mas a el mío, lentamente, muy lentamente.

Mi corazón se me acelero
Mi respiración se hizo irregular

Cerré mis ojos de golpe, los apreté tanto como pude, nunca en mi vida me había sentido nerviosa y emocionada a la misma vez. Me preguntaba si todavía estaba soñando, ¿y si todavía seguía en la bolsa de dormir sobre el piso de la habitación de Michael? Esa era la única explicación razonable.

Pero no era así.
Estaba ahí, ahora, con el.
Delirando por que nuestra distancia se cortara.

Prepare mis labios, ese era mi primer beso, el que nunca olvidaría. Aunque no sabia como hacerlo, estaba segura que Él me guiaría. Si tan solo hubiera tenido una bola mágica que mostrase el futuro, le hubiese robado el labial a la señorita de administración del internado. Pero ya no importaba…nada importaba, solo Michael.

Michael…Michael…Michael


Mi momento de gloria se desplomo hasta el fondo, hasta lo mas bajo, estaba en el ardiente suelo del infierno, supongo que eso es lo mas bajo que se puede caer. De pronto esos malditos pensamientos se esfumaron, me sentí como la peor perdedora del mundo, error, del mundo solamente no, del universo entero. El beso que había esperado, nunca llego.

Solo llego un besito tierno sobre mi frente
Un beso lleno de cariño.
Cariño lo único que Michael sentía por mí.

“_____ una vez mas sobrepasas los limites de estupidez. ¿Cómo pude llegar a pensar que tu me besarías en los labios? ¿Cómo pude…? ¿Por qué soy tan ingenua? ¿Por qué? Y la más grande de las preguntas: Michael, ¿Por qué quería que me besaras en los labios?. Eso solo lo hacen las personas que están enamoradas, las personas casadas, las personas que tienen pareja. Tu eres mi amigo, mi mejor amigo… Eres mi hermano, eres mi única familia. La única persona en el mundo que se preocupa por mí. Te quiero más que a nadie. Tal vez, mi obsesión por ti me haya llevado a imaginar cosas absurdas, si seguro eso era. Rezare a Dios por que así sea.”

Aun seguía entre sus brazos, sus calidos brazos tranquilizadores. Mi nariz estaba hundida en su pecho, su olor me embargaba, ese olor a vainilla que solo el poseía. De nuevo el mundo se reducía, y le hacia reverencia a Michael. Ahora podía presumir ante todos que había conocido el mismo cielo.

“Gracias a Dios, interpretaste de ese modo el beso que te pedí”

- ¿Mucho mejor? –me pregunto, mientras acariciaba con su mano mi cabello-

- Mucho…-conteste.-

Prométeme que siempre caminaremos juntos por el mundo
Tomados de la mano, donde los sueños nunca acaban

- Quisiera poder estar contigo siempre –me dijo en susurro, a penas pude escucharlo- Quisiera tenerte así, como hora, por el resto del tiempo… Solo contigo puedo ser yo mismo sin temor a ser juzgado. Los niños me hacen querer vivir, _____, sobre todo tu.- la melancolía de nuevo se hacia presente en sus ojos. Humedeció su labio inferior, y empezó a tambalear su cabeza.-

No sabía como atribuir a sus palabras, nunca sabia como hacerlo. Michael siempre te decía lo inesperado y lo hacia con tanta delicadeza que pareces estar en una burbuja de amor, hecha por Michael. La simpleza de sus palabras es lo que las hacen más hermosas.

- Te quiero. –dije en su oído, como si fuera un secreto-

El se separo de mi, el abrazo se había roto. Llevo sus pálidas manos hacia mi rostro, sus manos estaban en mis mejillas las cuales ardían en un color rosado .

Benditos los ojos marrones que me hacían transportar hacia lo más intimo de su mundo. Ellos eran el portal sagrado que me hacia paso hacia sus sentimientos. A pesar de querer ocultarlos por vergüenza, sus ojos no podían mentir. En ellos veía un pasado oscuro, lleno de dolor, mucho dolor, dolor marcado en cada parte de su ser, clavado en su corazón, y a pesar de que hubiese intentado sanarlo siempre estaba allí. El recuerdo de lo perdido, y del amor que nunca le fue brindado. Desde que tenía uso de razón, vivía con inseguridad, por temor, temor a no ser aceptado, a ser diferente… La inseguridad en si mismo, causaba que los demás quisieran pasar por encima de todo, sin importar lo que sintiera. Era pisoteado una y otra y otra vez. Traicionado una y otra y otra vez. Y aunque eso pasara, el amor que tenía por dentro era mucho más fuerte, mas resistente que cualquier otra cosa. Especial y único. Juzgado tantas veces por ser diferente, incomprendido por tantos. Amado por tantos. Bendecido con un talento radiante y resplandeciente, espléndidamente brilloso. Nacido para divertir, para inspirar, para deleitar. Cada golpe en su vida, había construido su extrema sensibilidad, esa sensibilidad que te permite mirar al mundo de manera diferente.

Tu corazón esta sangrando.
Y yo voy a intentar sanarlo.
Te lo prometo

* * *


- Yo te quiero más. – me dijo, así, para besar mi mejilla derecha-

Y de nuevo sentía ese cosquilleo en el estomago.
Y de nuevo me sentía pequeñita e insignificante.

Las manos de el se soltaron de mi rostro, su mirada descendió.
Se veía triste, y otra vez… melancólico.

- Tú te iras…- dijo, mientras jugaba con sus dedos-

Y como si hubiese adivinado lo que pasaría, supe que el momento de irme había llegado. Gritaron más de una vez mi nombre desde adentro. Era la señora Jane, acompañada con la asistente de administración y Jerry, Tomas, Allyson y Jesús. La visita había acabado.

Mi corazón se fragmentaba
No podía escapar de lo que había en mi alma.
Sin Él, no había nada de mí.


Los niños perdidos no debían dejar a Peter Pan solo.
Debían estar con el, siempre.